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Asher se encontraba frente a la Sala de Archivos del Segador, cuyas imponentes puertas de madera negruzca estaban adornadas con antiguas runas.
Estaba bastante ansioso por entrar a esta sala, ya que no toda la información que necesitaba estaría simplemente disponible en internet. Alguna información se aprendía mejor de los demonios.
—Dijo en voz alta su propio nombre, y como si las puertas lo reconocieran, se abrieron con un chirrido profundo y ominoso.
Al entrar, el aire se volvió espeso con magia, y lo que llenaba su vista eran decenas y decenas de mesas y sillas. Y frente a cada silla, había una bola de cristal brillante sobre la que muchos demonios colocaban sus manos con los ojos cerrados.
Y en el extremo más lejano de la sala, las paredes eran de un color diferente y bastante gruesas y resistentes en comparación con las adyacentes, lo que hacía que cualquiera se preguntara por qué era así.