—Ya casi estamos fuera de las tierras peligrosas, Maestro. Solo tenemos que tener cuidado unas horas más y podremos llegar a un pueblo neutral —dijo Merina con una sonrisa esperanzada mientras se limpiaba el sudor que le resbalaba por las sienes.
El sol infernal, aunque de un rojo oscuro, brillaba intensamente en el cielo mientras Asher y su criada se dispusieron de nuevo en la mañana a continuar viajando de regreso al reino por los caminos más seguros que Merina podría encontrar.
Asher asintió mientras tomaba una profunda inspiración:
—Bien... Siento como si hubiera estado en una maldita peregrinación los últimos días. Quién sabe qué estará pasando en nuestro reino después de que se me considera desaparecido durante días —Asher se preocupaba de que ciertas personas aprovecharan su ausencia. Si hubiera tenido opción, habría llegado al reino antes.