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—...aaaaaaAAAAHHHHH!!!!!!!
*Bang* *Estruendo* *Golpe*
—¡Uf!
Un cierto gnomo salió volando de la parte del bosque del mapa, hacia la parte del medio, bastante lejos de la pirámide.
Golpeó un pedazo de muro roto tras estrellarse contra el suelo. El impacto había vaciado sus pulmones del aire restante que aún no había gritado por el camino.
Tras unos momentos de jadear por aire y levantarse, Azamus apretó los puños.
—¡¡¡¡¡PUTAAAAA!!!!! —gritó Azamus.
La ira impregnaba su pequeño cuerpo mientras recordaba lo que acababa de suceder. Trataba de humillar a un jugador sin nombre, y en cambio, terminó siendo arrojado como una muñeca de trapo.
La humillación era insoportable. Nadie podía hacerle esto.
Si llegaba a la siguiente etapa. Azamus guardaba su tiempo hasta la próxima ronda, por ahora.
Ya que alguien lo había lanzado cerca de la pirámide, aprovecharía al máximo. Sus instintos de jugador volvieron en sí, obligándolo a enfriar la cabeza y aprovechar la situación.