El liche comprendió rápidamente lo que Cronos estaba haciendo cuando uno de sus sirvientes no muertos fue repentinamente arrancado de su control.
En el otro extremo del campo de batalla, Cronos miró el hilo dorado entre sus dedos, el cual acababa de alcanzar a través de la siempre expansiva red del tiempo, y sonrió con suficiencia.
—Nadie escapa del tiempo. Ni siquiera la muerte... —murmuró.
Chasqueando los dedos, el hilo se rompió y el no muerto cayó al suelo, convirtiéndose en polvo. Pero este proceso sería mucho más lento que detener sus líneas temporales.
Cronos tuvo que arrebatar el control del hilo del tiempo del liche, y solo podía alcanzarlos a través de la red del tiempo ya que difícilmente podía entrar en combate y agarrar los hilos directamente.
Esto hacía el proceso más largo y difícil. Pero no imposible.