Mientras se alejaban del estudio, Alfred sacudía su cabeza, dejando escapar un suspiro cansado. Ya anticipaba la carga de trabajo de los próximos días.
Al mirar a Alexander, no estaba seguro de qué sentir. Según entendía, el joven era feroz defendiendo a sus seres queridos, pero esto era llevar las cosas a otro nivel.
Para muchas personas, la justificación aquí sería que ellos lo empezaron. Pero, sin embargo, sería asesinato.
Mucho además.
Alfred agarró el brazo de Alex, deteniéndolo.
—Tengo una pregunta para ti. Tu respuesta decidirá si te llevo a ver a la señora y a la jovencita, o si te llevo a la puerta y te echo fuera —Alex lo miró con intensidad.
—¿Cuáles son tus motivos aquí? ¿Por qué estás dispuesto a llegar a tal extremo? Podrías haber aceptado la oferta del Sr. Bellemare y olvidarlo. ¿Por qué estás dispuesto a hacerlo tú mismo? —Alex sacó su brazo del agarre de Alfred lentamente.