En el borde oriental del continente, Astaroth estaba recuperando la conciencia, después de pasar casi medio día inconsciente. Su cabeza sonaba como una campana durante una boda, y su cuerpo se sentía como si hubiera pasado por una trituradora de piedras.
Apoyándose en sus codos, miró a su alrededor para ver dónde estaba. La habitación le era desconocida, pero al mismo tiempo, parecía una habitación que ya había visto antes.
Las paredes de madera, aparentemente una tabla completa de un lado del cuarto al otro, y del suelo al techo, le recordaban al interior de las habitaciones de invitados en el palacio del árbol en Ciudad Bastión. Pero sabía que no podía haber vuelto allí ya.
Así que se puso de pie, mirando a su alrededor, asegurándose de que no hubiera una amenaza inmediata. Una vez que sintió que la habitación era segura, notó que todo su equipo estaba al pie de la cama en la que había estado acostado, encima de un baúl de madera.