```
Alex se quedó ahí, sin palabras.
—Yo... yo no podía simplemente dejarlo ahí, ¿verdad?
—¡Sí! ¡Eso es exactamente lo que deberías haber hecho! ¡Deja que la policía se encargue del criminal superfortalecido!
—No habrían podido detenerlo. ¿No viste la puerta de la cámara acorazada que nos lanzó?
—¡Eso no es tu problema, Alex! ¿Qué vas a hacer con él ahora?!
Alex tenía un atisbo de idea, pero no estaba seguro de que fuera buena. Tendría que pedir ayuda a un hombre al que ya le debía un favor.
Alex metió la mano en el bolsillo, sacando dos cosas.
La primera era su celular. La segunda era una tarjeta de negocios negra.
En esta tarjeta, solo un número de teléfono, escrito en un audaz color rojo. Esta era la tarjeta de Alfred.
No sabía si el hombre respondería a su llamada, pero era su única oportunidad de contactar a la persona que realmente quería contactar.
Al marcar el número, Alexander puso el teléfono en su oído.