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Astaroth miró a sus amigos con una cara de sorpresa.
—¡No quería ser líder del gremio! Es demasiada presión. ¡Pensé que Fénix sería el líder del gremio! —exclamó.
—¿Quieres decir que querías que yo soportara esa presión? —preguntó Fénix, en broma.
—No es eso... Tú serías un mejor líder del gremio, estoy seguro.
—Estarás bien. Te ayudaré. Necesitas ser tú.
—¿Por qué yo?
—Porque eres el más fuerte. Y eres confiable y amistoso. Eso es lo que la gente necesita de un líder del gremio. Alguien en quien puedan confiar para hacer lo correcto y estar allí para defenderlos.
—¿Pero qué pasa si la riego?
—Jesús, Astaroth. Ten un poco de confianza en ti mismo. Te vi hacer pedazos a hombres en las noticias, y salvaste a Violeta, incluso a riesgo de tu propia seguridad. Serás un gran líder del gremio. —aseguró.
Violeta asintió con la cabeza furiosamente.
Astaroth los miró, aún incómodo por tener esa responsabilidad forzada sobre él. Pero ya era demasiado tarde para negarse ahora.