***Residencia Owens, Birmingham, Inglaterra***
Winston estaba teniendo sus exámenes mensuales, análisis de sangre, signos vitales, punción lumbar y todo el procedimiento. Su médico había traído consigo a dos enfermeras y algunas máquinas especializadas para acelerar el proceso.
En ese momento, el médico estaba mirando los resultados de los análisis de sangre de Winston, con un ceño fruncido en la frente.
—Hmm.
—¿Hay algo mal, doctor? —preguntó el niño.
—No es nada, joven. Volveré enseguida. Necesito hablar con tus padres.
Winston comenzó a preocuparse. Nunca era buena señal cuando el médico quería hablar solo con sus padres.
La última vez que ocurrió, el médico había anunciado a sus padres que su condición estaba empeorando. La vez anterior, Winston había cogido un resfriado que casi lo mata.
Cuando el médico dejó la habitación, una enfermera se sentó junto a él. Era la asistente del doctor, y había estado con él cada vez desde que comenzó a tratar a Winston.