```
—Joven, no sé qué le has hecho a mi hija para hechizarla así, pero te lo agradezco. No ha tenido tanto entusiasmo desde…
—No hice nada. Simplemente estuve ahí, como amigo.
—Por favor, mamá. Por favor déjame ir a pasar un tiempo con Asta–Alexander. Prometo que estaré segura y que me comportaré. ¡Por favor di que sí!
—Katherine miró a su hija con ojos incrédulos. Se preguntaba qué la empujaba tanto a querer salir de la casa.
—Pero entonces, también la entendió. Su padre había sido una sombra de lo que una vez fue, y el ambiente a su alrededor siempre era sombrío, especialmente entre los dos.
—Debía estarle doliendo mucho a su hija, sentirse tan rechazada, casi como una extraña no deseada en su propia casa.
—Está bien. Mientras no sea una carga demasiado grande para el señor Leduc. Y si alguna vez quieres volver a casa, simplemente tienes que llamar y mandaré a Alfred a recogerte.
—Como ya he dicho, no será ningún problema. Será bienvenida en mi casa el tiempo que quiera.