Tras finalizar su plan y establecer una hora de partida para la mañana siguiente, el grupo se fue uno a uno, preparándose para el día siguiente. Fénix, Astaroth y Violeta fueron los últimos en la habitación.
—Espera. Antes de que te vayas. Tengo una petición para ti —dijo Fénix, mirando a Violeta.
Violeta miró a la mujer, inclinando su cabecita.
—Me gustaría probar tus capacidades con un combate de entrenamiento. He luchado junto a todas las personas presentes anteriormente, así que sé qué esperar. Pero tú eres un misterio para mí.
—¿Te importaría venir a la arena conmigo, Violeta? —preguntó Fénix, intentando mantener una sonrisa amigable.
Astaroth sabía que no debía dejarse influenciar por su fachada, pero dejó que Violeta decidiera por sí misma.
—Umm... No me importa —contestó Violeta, poniéndose nerviosa de nuevo.
Todo en lo que podía pensar era, «¿Y si no soy lo suficientemente buena? ¿No me dejará ir a la mazmorra?»