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Apofis y Mira se lanzaron hacia Viz con un único pensamiento en la mente de ambos.
—¡Tengo que matarlo primero! —pensaron a la vez.
Ambos eran extremadamente competitivos, ya que admiraban a su padre y constantemente buscaban maneras de ser como él.
Entrenaban más que nadie, luchaban con más fuerza, y siempre estaban buscando nuevas formas de ganarse su aprobación.
Para ellos, este enemigo no era solo uno que necesitaban matar.
También era uno que decidiría quién era el más digno para suceder a su padre.
Mira se lanzó desde lo alto, mientras que Apofis intentó golpear desde abajo.
Viz se mantuvo tranquilo frente a su coordinación, ya que levantó la punta de su lanza y la clavó en el suelo.
Un gran abismo se abrió en el suelo debajo de ellos, y las manos óseas de draugr comenzaron a arrastrarse desde el inframundo.
—Dejo a los lacayos para ti —dijo Apofis mientras daba una voltereta sobre los guerreros invocados.