—Así que tu nombre es Elara... —dijo Evan mientras acariciaba la cabeza de la pequeña sentada en su regazo.
—Hmmm... —Elara asintió con la cabeza al oírlo y lo miró confundida—. ¿Por qué me preguntas mi nombre, Padre? ¿Lo olvidaste?
—Claro que no, ¿cómo voy a olvidar tu nombre? Pregunto porque quería escuchar tu nombre de tu boca —dijo Evan con una sonrisa amable en su rostro.
—¡Oh!.. Jejeje —Elara no sabía por qué quería escuchar su nombre de ella, pero no le importaba y se rió feliz.
Al verla reír felizmente, Evan se sintió como un sinvergüenza que estaba engañando a una niña. Pero no tenía otra opción que hacer esto porque realmente no sabía nada sobre ella.
De repente, notó que Elara miraba a Biscuit de vez en cuando y se tragaba la saliva. Siempre que Elara lo miraba, Biscuit, que estaba sentado no muy lejos de ellos, no podía evitar temblar.
Al ver cómo actuaba Biscuit y la mirada hambrienta de Elara, se quedó sin palabras.