Diana entró en la habitación y detrás de ella había dos chicas de alrededor de 16 y 17 años.
Ambas tenían los ojos cubiertos con tela.
El mayordomo miró a las chicas y gritó.
—Bastardo, si te atreves a tocar a mis hijas te mataré. —Anon lo vio retorcerse como loco en la silla con la esperanza de romper la cadena y liberarse.
Anon se sentó de nuevo en la silla y le dijo al viejo mayordomo.
—No las tocaré, lo prometo, pero si no me dices para quién trabajas y por qué me estás vigilando entonces... —Hijo de puta enfermo —dijo mientras miraba a Anon con ojos sedientos de sangre.
—¿Dónde estamos? —preguntó la pequeña en pánico.
—¿Hermana dónde estamos? —añadió.
—N-No lo sé... pero debemos mantener la calma —la hermana mayor apoyó a la hermana menor diciendo esto.
—Tu hija mayor es inteligente, es un desperdicio hacerla una Máquina de cría para orcos. Jejeje —Anon dijo mientras miraba al mayordomo.
El mayordomo miró a Anon con una mirada de pesar y habló.
—Haz lo que quieras conmigo... por favor déjalas ir, te lo ruego. Ni siquiera te conocen. Son inocentes —Como dije, no haré nada con ellas, pero los orcos sí lo harán —N-No... por favor no... —El mayordomo empezó a llorar de miedo.
—Oh sí, lo haré y lo haré delante de tus propios ojos si no me cuentas todo ahora mismo —Te diré todo, por favor déjalas ir... lo prometo. Incluso te serviré como tu esclavo por el resto de mi vida... por favor, deja ir a mis hijas —dijo mientras lloraba y las lágrimas le caían de los ojos.
Anon hizo un gesto hacia Diana y ella salió de la habitación con ambas hijas.
—Habla —Soy Fredrick Flames. Trabajo para La Casa del Dragón de Llamas. Mi maestro me ordenó seguirte y obtener tanta información como pudiera. Cuando el maestro vio que la asesina de sangre te seguía, me ordenó investigarte —dijo Fredrick.
—Al principio ni siquiera hablabas y ahora eres un lorito eh —¿Están seguras?
—Sí, devueltas a casa desde donde fueron recogidas —Te dejaré ir con tu familia, pero he puesto un hechizo en ambas de tus hijas que se activará automáticamente si le cuentas a alguien sobre mí o este lugar. Morirán la muerte más dolorosa del mundo, una que ni siquiera has visto en tu vida.
—Entiendo. No le diré a nadie sobre ti —dijo con una expresión asustada.
—Bien, ahora vete, tengo otro Cliente con quien hablar —Anon abrió sus cadenas y lo dejó ir.
—Ahora solo quedas tú, ¿eh? —Anon dijo mientras miraba a la chica asesina de sangre.
Ojos verdes afilados, cabello corto negro, Taza-D, trasero grande y sexy, color de piel claro y muslos regordetes. Material de novia, pero triste que haya sido entrenada para matar sin misericordia.
Justo cuando Anon estaba a punto de decir algo a la chica, alguien abrió repentinamente la puerta.
—¿Quién se atreve... —mientras Anon estaba a punto de decir algo vio a Biyuk y a Sephie juntos entrando en la habitación todos sudorosos y resoplando.
—¿Están bien ustedes dos? —preguntó Anon.
—Maestro *jadeo-jadeo* Lo logré —dijo Sephie con una sonrisa de satisfacción en su rostro.
Cortándola en medio, Biyuk habló.
—Maestro, yo también *jadeo-jadeo* Descubrí el paradero de 7 armas legendarias que hice en el pasado.
—Vaya vaya, parece que la suerte nos sonríe esta noche —dijo Anon con una sonrisa.
—Yo contaré primero.
—No, yo contaré primero.
—No, yo contaré
Ambos empezaron a discutir.
—Deténganse los dos. Biyuk cuéntame —habló Anon.
—Sí maestro.
Abriendo un mapa, Biyuk me mostró el plano de este mundo.
—Mira, maestro, hice siete armas legendarias, pero cuando las escondí no las dejé todas en un solo lugar. Escondí 3 armas en el reino humano y 4 armas en los Reinos de distintas razas.
—Vale.
—Cuando les di estas ubicaciones a los asesinos no encontraron ninguna porque alguien más las había tomado.
—¿Quién..?
—Esto es lo que se pone interesante... cuando le pregunté a los aldeanos si había algún prodigio que surgiera de esa aldea y todos ellos respondieron afirmativamente.
—Quieres decir... —habló Sephie.
—Sí, los ancestros de las siete Familias Reales encontraron mis armas y las consideraron tesoros naturales provenientes de una mazmorra o algo así y desde entonces las utilizan para gobernar este reino.
Escuchando esto, Anon soltó una carcajada.
—Jajajajajaj... perfecto, esto es perfecto.
—¿De qué se están riendo bastardo? —La asesina se preguntaba ya que no podía oír nada desde el interior del Campo Nulo.
—Eh... maestro, ¿puedo preguntar por qué te ríes? —preguntó Biyuk.
—Me río porque son las armas hechas por ti y puedes destruirlas a tu voluntad y dejar a todas las familias sin poder ¿verdad?
—Eh... eso es un problema verás —habló Biyuk con una expresión extraña.
—¿Qué problema? —preguntó Anon.
—Verás... no puedo destruirlas no porque las hice y las amo sino porque ninguna arma puede destruirlas a menos que esté hecha del mismo material que ellas.
—¿De qué estaban hechas? —preguntó Anon.
—Era un material nuevo que descubrimos mientras minábamos en las capas más profundas del suelo. Lo llamamos Graventine.
—¿Es tan fuerte?
—Sí, porque lo encontramos en estado sólido incluso cuando la temperatura era insoportable incluso para nosotros los enanos.
—Hmm... Graventine —dijo Anon mientras empezaba a pensar.
[Autor: Mis Piedras de Poder han bajado mucho... siento tristeza.]