—La puerta frente a Lysandra era antigua, tallada de roble que había sostenido siglos pasados, y cuando recibió una señal del Director para entrar, la empujó abierta...
Whoosh~
—La estancia más allá parecía respirar una bienvenida.
—La cámara del Director era un santuario del conocimiento, paredes alineadas con estanterías que gemían bajo el peso de incontables tomos.
—El aire estaba espeso con el almizcle del pergamino y el atisbo de tinta.
—En el centro se alzaba un gran escritorio, su superficie un mapa del mundo, con líneas ley y corrientes psíquicas trazadas en delicada hoja de oro.
—El Maestro Therion, el Director, era una figura que imponía respecto.
—Su cabello era una cascada de plata, mostrando su avanzada edad a todos. Aunque parecía ser capaz de tener una mejor apariencia con sus Artes Arcanas, decidió permanecer en este estado mientras guiaba a sus estudiantes en la Academia.