Juntos, los Demonios formaron tres legiones, cada una con un propósito singular y malévolo: tejer una lluvia silenciosa de oscuras maldiciones y enfermedades, sembrar muerte y desesperación a través del Reino de Ruri sin atraer la mirada de aquel a quien temían.
¡En efecto! Extenderían su corrupción a través del continente, y solo cuando su influencia fuera absoluta se atreverían a enfrentar a la formidable entidad que acechaba cada uno de sus movimientos.
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Con la primera luz del amanecer asomando sobre Ciudad de Cainhorn, Arriane, una Elementista conocida por su sintonía con los Elementos de Fuego y Viento, despertó con un presentimiento ominoso.
El aire de la mañana, normalmente fresco y estimulante, se sentía pesado, contaminado con una miasma invisible.
De inmediato convocó a su Espíritu de Viento, un ser misterioso nacido de los Elementos...
Arriane no era cualquier Elementista; ya había completado ocho años de estudios en la Academia de Artes Elementales.