—Esto... —Chad se quedó paralizado, incapaz de moverse o hablar mientras veía a los dos Dragones posar su mirada sobre él.
El pensamiento de entrar en su Estado de Fantasma ni siquiera cruzó por su mente, temiendo que pudiera interpretarse como una falta de respeto, potencialmente ofendiendo a las majestuosas criaturas ante él.
—¡Vale! ¿Por qué diablos me trajiste aquí? —Chad se lamentaba internamente, casi orinándose al ver a estos seres colosales.
Por otro lado, aunque Vale también se quedó sorprendido, su sorpresa fue pasajera. Pronto adoptó una expresión entusiasta mientras se dirigía a los Dragones.
—¿Conocéis a Aersus el Devorador de Almas? —Vale preguntó, refiriéndose al Dragón del Agua que había encontrado en la Torre del Alma Mística.
No preguntó ni siquiera sobre los Dragones en sí, sino que inmediatamente preguntó por alguien.
Chad no pudo evitar tomar una profunda respiración.