A través de la proyección, vieron la figura imponente de la Encarnación del Diablo Enmascarado. Estaba envuelto en una amenazante capa oscura que se arremolinaba a su alrededor como un maelstrom turbulento.
Su rostro estaba oculto detrás de una máscara intrincadamente forjada, un enigmático emblema de su misteriosa persona…
Lo que más sorprendió a Calvin fue que, aunque solo lo estaban observando a través de las imágenes proyectadas, podía casi sentir el aura de amenaza insondable de esta persona.
Cada movimiento parecía imbuido de una gracia espectralesca, y su forma parecía más cercana a la de los Espíritus Oscuros que a la de un humano.
«No es de extrañar que a este hombre lo llamaran Diablo. La Iglesia de los Tres Panteones no se equivocó», pensó Calvin.
Silencioso y enigmático, la Encarnación del Diablo Enmascarado flotaba sobre la cubierta de la aeronave.