Eustace percibió agudamente la abrumadora hostilidad que emanaba del Maestro de Aura, cuya intensidad era mucho más notable que la de los demás.
«Si vas a acecharme, deberías aprender a ocultar mejor esa sed de sangre...» Eustace reflexionó. No pudo evitar hacer un comentario sobre la falta de sutileza del hombre para ocultar su sed de sangre.
Tras contemplar el curso de acción apropiado para lidiar con este adversario en particular, a Eustace se le ocurrió una idea al recordar el Pergamino de Invocación del Mensajero Sagrado. Era el objeto que el hombre de mediana edad había adquirido en una subasta anterior.
El pergamino había alcanzado un precio considerable de 15,900 zen...
Sus ojos brillaron con una chispa de interés.
—Entonces, ¿estás pidiendo que te lo roben, eh? —Eustace se burló, dirigiendo su mirada despectiva hacia el hombre de mediana edad.
Esa mirada también rompió el hechizo de ocultación de su enemigo.