En lo profundo de un calabozo oculto, escondido de los ojos curiosos de los Arcanistas de la Cumbre del Rugido, un grupo de individuos vestidos con túnicas negras se dedicaba a una ferviente discusión.
Algunos estaban furiosos, mientras otros intentaban calmar la acalorada discusión.
—¡Keith y su equipo fueron asesinados tan despiadadamente! ¡No podemos permitir que sus muertes queden sin respuesta! —exclamó un miembro de la Orden de los Vasos Evanescentes, su voz llena de una justa indignación.
—¡Estoy de acuerdo! ¡Debemos rastrear a ese Trasgo Carmesí volador, descubrir su nido y erradicarlos a todos! —otro expresó, su furia resonando por la cámara ligeramente iluminada.
Estos son dos hombres que tenían un estrecho vínculo con Keith. No podían evitar expresar su ira mientras lamentaban la pérdida de su amigo.
No podían creer que una criatura que siempre subestimaron pudiera matar a sus amigos. Esto solo alimentaba su deseo de venganza.