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El aire estaba lleno de las suaves melodías de la música, la risa y los susurros de secretos.
El interior estaba adornado con muebles lujosos y una iluminación tenue, creando una atmósfera de sensualidad y atractivo.
—Así que esta es la manera de divertirse de los nobles… —Eustace pensó en silencio al darse cuenta de que este lugar era de hecho demasiado elegante para los plebeyos.
No era de extrañar por qué solo los nobles, o quizás los Arcanistas, se les permitía entrar a este lugar.
A medida que avanzaba más en el club, Eustace no pudo evitar sentirse cautivado por la vista de las mujeres encantadoras, elegantemente vestidas y exudando un encanto magnético.
Sus ojos se encontraron con los de él, y sus voces llevaban una invitación seductora que parecía ser solo para él. Su presencia atractiva permeaba la habitación, dejándolo intrigado e inquieto.