Vale quedó sorprendida por el repentino recordatorio de Maya y rápidamente la tranquilizó.
—¡Por supuesto, Maya! Nunca pensaría en darle una lección tan extrema. Todo es en buen espíritu y competencia saludable —dijo Vale.
Maya se rió de la reacción de Vale mientras los demás también se relajaban, sabiendo que Vale sin duda se ocuparía de la tercera princesa.
Mientras participaban en bromas amistosas, su emoción pronto fue interrumpida por el recordatorio de sus dos mayores de mantener el silencio al acercarse a la entrada del misterioso Laberinto.
La curiosidad de Maya se agudizó mientras miraba la colosal cueva.
—Es toda una cueva, ¿verdad? Podría albergar fácilmente una manada de elefantes —comentó impresionada.
