Mientras se acumulaban las nubes oscuras en el cielo, un sentimiento de anticipación llenaba el aire.
Vale, quien poseía la legendaria o quizás la Espada Divina Portatormentas, sintió una oleada de reconocimiento y asombro.
No podía creer lo que veían sus ojos al darse cuenta de que Amelia también estaba invocando un rayo. Esto era bastante diferente de su Llamada del Relámpago Divino y de la habilidad innata de la Portatormentas de almacenar y liberar rayos, pero la esencia se sentía igual.
Parece que su espada intentaba atraer el rayo, similar a los pararrayos que había visto en su vida anterior.
—Esto... —Vale susurró impresionado, su voz apenas audible en medio de la creciente emoción en la arena.
Él podía sentir una poderosa energía emanando de Amelia, entrelazándose con la tormenta que se gestaba arriba. No estaba seguro si ella estaba activando un hechizo o desencadenando el efecto de su espada.