—Ese no soy yo... —Vale murmuró suavemente, su voz teñida con una mezcla de confusión e inquietud. Los vívidos recuerdos del sueño aún estaban frescos en su mente.
No podía sacudirse la persistente sensación de desconexión.
Los momentos íntimos y las conversaciones profundas que compartieron en el sueño le parecían ajenos, como si hubiese sido un mero observador de sus propias acciones. Era como si alguien más hubiera tomado las riendas de su conciencia, guiándolo a través del paisaje onírico.
Vale se sujetó la cabeza como si eso lo ayudara a pensar en lo sucedido.
—No es bueno... —mientras Vale intentaba dar sentido a todo, una ola de ansiedad lo invadió. La realización de que había sido un participante involuntario en este sueño compartido lo dejó cuestionando su propia identidad y los límites de sus propios pensamientos.