El Demonio ronroneó feliz y se lamió los labios mientras el maná entraba en su estómago, y luego frunció el ceño mientras comenzaba a absorberlo.
—No es suficiente para romper la barrera —murmuró.
Wolfe se rió con suficiencia. Eso ya era obvio. Si fuese tan fácil romper las restricciones entre niveles, todos los demonios avanzarían al menos una vez en sus vidas, y las brujas que los invocaban estarían jodidas.
Puede que literalmente.
Wolfe la atrajo hacia la cama y colocó a la kitsune en su regazo, y luego la penetró empujando hacia arriba mientras vertía maná en su sistema para sobrecargar la restricción y llenar todas sus células con maná más denso del que podían manejar actualmente.
Wolfe podía sentir la diversión de Cassie y Ella, quienes solo habían ido al pasillo para visitar a Mia y a otras de las brujas, cuando el gemido del demonio se convirtió en un lamento cuando el efecto del maná la golpeó con toda su fuerza.
