—Eres un idiota. ¿Y qué? —las palabras de Miguel retumbaron en los oídos de Kaleb. Su boca se abrió ligeramente, pero no salió ninguna palabra.
—¿Crees que a tu familia le gustaría que armes un berrinche y arruines su imagen, solo porque perdiste una pequeña competencia privada? Dudo que les encante verte apostando tampoco —agregó Miguel, su voz volviéndose más fría con cada palabra que decía.
—Tus acciones son infantiles y también lo es tu actitud. No puedo creer que ya tengas 17 años. ¡Actúas más inmaduro que algunos niños de 5 años! —Miguel estaba un poco decepcionado. Excepto por la mala primera impresión de Kaleb, Miguel pensaba que el joven de la familia Zenovia podría tener una mejor personalidad y algo de cerebro. Desafortunadamente, eso no parecía ser el caso.
Kaleb, que ya hervía de ira, no pudo controlar más sus emociones. Dio un paso hacia Miguel con llamas ardientes de odio centelleando en sus ojos.
Parecía que Kaleb estaba a punto de abalanzarse sobre Miguel.