Tan pronto como los dos trabajadores de la salud se perdieron de vista, June se acercó a donde estaba la Abuela para darle un fuerte abrazo.
Habían pasado solo unas semanas, pero se sentía como si no la hubiera visto en una eternidad.
—Abuela —murmuró dentro del abrazo.
A pesar de que su ropa olía extrañamente a desinfectante hospitalario, June aún podía sentir el calor y la familiaridad de su aroma.
—Oh, mi nieto —sonrió ella—. Cuánto te he extrañado.
June se separó de su abrazo y la miró con los ojos brillantes.
—¿Te sientes bien? —preguntó suavemente.
—Bueno, seré honesta y diré que estoy bastante cansada y aburrida, pero verte ahora me ha animado mucho —dijo ella felizmente.
June rió divertido. —Bueno, entonces aseguraré visitarte más seguido. Ya terminé de filmar Almas Intocadas, así que ahora tendré más tiempo libre.
—¡Eso es genial! —exclamó ella—. ¿Cuándo van a transmitir la película?
—¿Creo que al final del año? —respondió él.