El sol estaba bajando en el horizonte, arrojando un cálido tono dorado a través de la hermosa playa. Las suaves olas lamían la orilla, acompañadas por la ligera brisa.
June estaba de pie hasta la cintura en las aguas cristalinas, su piel blanca como la leche brillaba bajo el sol.
Su camisa polo blanca, ahora completamente empapada y casi transparente, se pegaba a él como una segunda piel. Las olas besaban su cuerpo gentilmente, dejando detrás gotas que brillaban como diamantes en la luz dorada.
La corbata, que una vez estuvo atada cuidadosamente alrededor de su cuello, ahora colgaba suelta, drapando sobre su abdomen de manera provocadora como una invitación. Sin embargo, también cubría sus músculos abdominales, dejando mucho a la imaginación de uno.
El cabello de June, una vez meticulosamente peinado, había sido empapado por el agua salada, haciendo que pareciera ondulado. Los mechones marcados por la sal enmarcaban su rostro, haciéndolo parecer más natural.