Respiraciones entrecortadas.
Corazones latiendo al unísono.
Un sonido ambiental bajo, aunque lleno de tensión, que encapsulaba todo el domo.
Era la hora.
La aparición de una nueva generación de ídolos iba a tener lugar finalmente.
Los aprendices se habían trasladado ya al escenario, dispuestos en la plataforma circular como velas en un pastel de cumpleaños. Giraba muy sutilmente, haciendo que los aprendices, ya mareados, se sintieran aún más aturdidos.
El público y los mentores no eran diferentes.
Sentían que sus corazones se habían caído al fondo de sus estómagos, por lo que no podían imaginar cómo se sentían los aprendices en el escenario.
Kang Minho también sentía los nervios en su sangre. Sin embargo, mantenía una postura profesional.
Las tarjetas fueron entregadas directamente a su mano—ocho sobres especiales que contenían los nombres de los elegidos.
La música solo se hacía más fuerte mientras Kang Minho daba un paso adelante.
—Esto es realmente el momento.