—¡Nada de tocar! —regañó June a Choi Pablo cuando trató de tocar su piel desnuda.
La boca de Pablo se hizo agua al mirar la belleza delante de él. La piel de June lucía tan blanca y sedosa que parecía haber sido pintada por el mismo Dios. A medida que sus ojos recorrían su cuerpo, se sentían atraídos hacia su abdomen, que mostraba un balance de definición muscular sin excesivo volumen. Sus tonificados abdominales eran como mármol finamente tallado pero manteniendo aún un sentido de elegancia.
Luego, sus ojos se desviaron a sus brazos. No eran excesivamente voluminosos, pero los músculos delgados debajo de la piel demostraban su fuerza y gracia. Los hombros de June ensanchaban su estructura, y proporcionaban una base para el resto de su físico. Sin embargo, incluso con esa amplitud, aún preservaban la belleza que complementaba la totalidad de su cuerpo.
Para Choi Pablo, este era el cuerpo perfecto.
Y no podía esperar para capturarlo con su cámara.