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Casi toda persona en el campo de batalla podía sentir el Qi de Sha Mo. Eso incluía a aquellos en la ciudad de Flendon.
Incluso los no guerreros, los ciudadanos que vivían en la ciudad, quienes nunca habían enfrentado o quizás ni siquiera visto luchar a los guerreros Pagna, podían notar que algo extraño sucedía.
Se aferraban a las habitaciones de los demás y rezaban por algún tipo de milagro, sabiendo muy bien en qué situación se encontraban.
Aquellos que tenían que quedarse en Flendon no tenían más opción que confiar en los que estaban afuera.
En el campo mismo, aquellos cerca de Sha Mo podían sentirlo más. La única persona que había sentido un Qi parecido anteriormente era alguien en particular.
«Esto se asemeja al poder de mi padre... ¡que sólo he visto una vez antes!», pensó Rayna. «No es sorprendente que mi padre nunca hiciera nada, incluso siendo tan molesto e insistente en el pasado.»
