Después de que el hombre se hubiera ido, Murkel les dijo a los estudiantes que recordaran lo que habían visto y que debían aprender de sus derrotas. Una derrota no era algo de qué avergonzarse, y debían evaluar qué funcionó o por qué perdieron para poder mejorar.
Sin embargo, al mismo tiempo, Murkel también les pidió a los estudiantes que mantuvieran en secreto lo que habían visto. El guerrero errante no parecía el tipo de persona que difundiría su victoria, especialmente contra alguien que solo se había hecho un pequeño nombre. Sin embargo, al mismo tiempo, Murkel no quería que los nuevos estudiantes se desanimaran de unirse al clan.
Cuando los ancianos y el Jefe del Clan regresaron, no les habló de su derrota contra el errante. Ellos parecían estar preocupados por sus propios problemas.
—Los tiempos son difíciles, Murkel —dijo un anciano mientras se desplomaba en su silla.