Niang estaba en su oficina en el ala oeste del gran edificio. Era su refugio de alguna manera, pues había logrado reunir a muchos de sus seguidores dentro del clan desde el ala este.
Había múltiples maneras en las que había conseguido llevarlos a su lado, a través de favores, sobornos, e incluso había recurrido al chantaje. Niang estaba seguro de que no había área del clan donde no tuviera sus oídos y ojos.
Por eso sabía sobre el plan que Harbour, el hermano de Feebie, había sugerido con los nómadas y por qué tenía los números exactos. Ahora todo lo que tenía que hacer era esperar.
—La parte complicada de todo esto es que no sabemos quién será invocado —susurró para sí mismo—. Estoy seguro de que el plan irá bien, pero quién será atraído por la herramienta, eso ya es otra historia. De cualquier manera, tengo múltiples formas de convencerles si llega a ser necesario.
Niang sonreía para sí mismo.