—¿El Dragón Blanco? —repitió Viker las palabras—, y pareció que algo se removía en su memoria. Hacía un tiempo, recordaba que su clan, no solo el suyo, sino muchos clanes, hablaban acerca de una nueva estrella en la Facción Oscura, y le habían apodado el Dragón Blanco.
Él era la persona que había conseguido vencer a los principales discípulos, y aquellos que habían visto la pelea decían que había sido un espectáculo de una futura estrella, nombrándole el Dragón Blanco.
—Él es... —Viker observaba con más atención ahora, pero su nombre, su historia, no tenía sentido. Una persona que apenas podía respirar, cansada después de un solo golpe, no podía ser el Dragón Blanco.
Incluso si lo fuera, eso no explicaba por qué todos los demás miembros le eran leales.
—¿Cómo ha pasado esto, no te avergüenzas de ti mismo? Mírate, los dos sois principales discípulos y aún así trabajáis bajo las órdenes de un desconocido, ni siquiera pertenece a un clan, ¿vuestros líderes saben de esto?
