—Sammodra... —Zeras murmuró esa palabra en voz baja mientras miraba al joven de cabellos dorados frente a él.
Con un cabello dorado que parecía brillar con un color dorado, y ojos dorados penetrantes hasta el alma, se produjo un enfrentamiento entre los luchadores y Sammodra.
Una poderosa ola de aura parecía rodear la figura de Sammodra, casi sofocante. Era como si un nuevo cadete se encontrara con un comandante cubierto de sangre.
Pero al mirar a Sammodra, había algo que cualquiera que nunca lo había conocido antes notaría fácilmente, era joven, como un hombre alrededor de sus veintes, pero tenía una altura de casi 1.9 metros, igualando incluso al más alto de los luchadores en estatura.
Aunque la multitud aplaudía en voz alta su nombre, él ni siquiera miraba hacia ellos y en cambio mantenía sus ojos fijos en los luchadores.
Después de medirlos, una sonrisa burlona apareció en su cara antes de desviar su atención y levantar las manos hacia los Athlantheanos que lo aclamaban.