—Quinn, mamá ya está en casa y ha traído tus especiales bayas doradas de nuez... —La voz de una señora resonó con emoción al abrir la oscura puerta de hierro que hizo un sonido chirriante que taladraba los oídos, mostrando su necesidad de reemplazo, pero Savita la ignoró al entrar al recinto, aunque pronto entrecerró los ojos cuando no recibió la respuesta esperada, que era la puerta estallando por dentro y una figura corriendo hacia ella.
—Quinn, ¿Quinn? —Ella llamó repetidamente mientras apretaba la perilla de la puerta y descubría que estaba bien cerrada, justo como la dejó en la mañana.
—Hmm, eso es extraño. ¿Cómo es que aún no ha vuelto? —preguntó con el ceño fruncido mientras sacaba un manojo de llaves de su cartera y después de tres segundos de búsqueda finalmente encontró la correcta y la usó suavemente para desbloquear la puerta.
—CLANK.