—Sasha... —gemía, con sus caderas ondulantes.
—Ella echó su cabeza hacia atrás y le expuso su garganta de nuevo, meciéndose contra él, la promesa de ella demasiado dulce para soportar.
—Luego en su mente, ella puso su mano entre ellos, para encontrarlo, sujetarlo y acariciar, él jadeó su nombre y rápidamente abrió sus pieles para tomarse en la mano.
—La alegría de estar cerca de ella, de escuchar su voz, de sentir su tacto, tembló con ella, su nombre se rompía en su lengua con cada respiración.
—Ella había dejado de enviar palabras, pero en cambio le transmitía sensaciones, sentimientos, las emociones que inundaban su pecho.
—Él podía sentir que ella ardía por él con un fuego tan caliente como el suyo, y solo incrementaba su propio deseo. Luego ella se mostró, tomando su rostro entre sus manos, besándolo, y arqueándose contra él, su cuerpo suplicando.