—Lo siento —había jadeado, soltando su mano y cubriéndose la boca horrorizada—. No quise
—No, Sash, eso es… eso lo mejor… ¡Yo también te amo! —susurró él.
Se habían quedado mirándose, con sonrisas aflorando en ambos rostros, luego él la había atraído hacia un beso tan intenso, tan lleno de emoción, que le había robado el aliento.
En la ironía suprema, dada cómo había comenzado la conversación, Sasha se encontró envuelta en brazos fuertes, cubierta de besos tras beso, respirando entrecortadamente, y manos que empezaron en su cabello, pero descendieron. Al principio casi lo cuestionó. Casi preguntó. Pero luego él inclinó la cabeza y su lengua trazó la de ella y su estómago se contrajo. Sasha inhaló, agarrándose de su cuello y atrayéndolo más cerca, perdiéndose en su beso.