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El plan de Andrés y Alveena de ir a nadar por la noche no se llevó a cabo. Se quedaron en su cabaña haciendo el amor el uno con el otro.
El corazón de Andrés rebosaba de felicidad al descubrir que era el primer hombre con el que Alveena hacía el amor.
Andrés reclamó su pureza. No podía contener su alegría. Los celos y la infelicidad que sentía momentos antes desaparecieron al instante.
Andrés continuó besándola apasionadamente. Esta vez lo haría correctamente y haría el amor con ella toda la noche.
Se distrajo un momento cuando se enteró de que Alveena aún era virgen. Ahora, su enfoque había vuelto.
Mientras se besaban, la mano de Andrés bajó, acariciando y sintiendo la plenitud de su pecho.
Le dio un apretón suave, haciendo que Alveena gemiera en su boca. Su otra mano frotaba su espalda sin defectos.
Alveena estaba ahora sentada en la mesa envolviendo sus piernas alrededor de la cintura de Andrés. Él atrajo a Alveeena hacia el borde de la mesa para cerrar sus distancias.