Adriana abrazó a su hija fuertemente. Lágrimas de alegría amenazaban con salir de sus ojos. De vuelta en la mesa del comedor, con tantos consejeros ya sentados con ellos, no quería revelarlo.
Por la mañana, justo después de que Iona y Rolfe salieran de su habitación, Adriana había olfateado el aire a su alrededor y sabía que Iona estaba embarazada. Su olor se mezclaba con otro olor. Dmitri, que estaba de pie justo al lado de ella, había colocado su mano en su espalda y habían comunicado mentalmente sobre su situación. Recordó cómo había ocurrido todo.
—Está embarazada —dijo Adriana, mientras empezaba a caminar hacia su hija.
Pero Dmitri inmediatamente colocó su mano en su espalda y la detuvo. —Ni siquiera pienses en revelarlo ahora —le advirtió—. La madre de Rolfe sigue allá afuera, su magia aún se siente por todos lados.
Adriana se detuvo usando toda la fuerza de voluntad que pudo reunir. —Creo —creo que ella no es consciente de ello.