Íleo bajó el vestido de sus hombros y este se acumuló en sus caderas revelando su cuerpo desnudo. —No creo que pueda esperar más —siseó y, usando su garra, rasgó el vestido restante. Su novia estaba desnuda ante él y la recorrió de arriba abajo con hambre. —Nunca puedo tener suficiente de ti —rasgó él con urgencia. Recorrió con su mano la cicatriz en su estómago y dijo —Necesito besar eso, pero primero necesito—. La levantó en brazos y la dejó en la cama. Íleo se quitó la capa y la camisa con una velocidad alarmante y se deslizó sobre ella. Se inclinó para besarla en los labios y se sintió surrealista. Era como si la besara por primera vez. —Mi sol —murmuró.
Ella rodeó con sus brazos su cuello y agarró su suave pelo de cuervo. Ella lo besó de vuelta. Él continuó hacia abajo hacia su cuello y luego a sus pechos. —Estos han plagado mi imaginación todos los días —dijo mientras sostenía uno y rodaba el otro.