—Empezó como sus anteriores encuentros amorosos, y durante unos minutos Elia no fue realmente consciente de nada diferente. Se perdía besándolo, presionando su tacto, sintiéndolo temblar bajo su mano. Pero podía sentir la tensión en él, la vibración en su pecho y músculos, oír el llamado zumbando en su sangre, y se preguntaba qué sería esto, si le gustaría, y por qué se sentía... emocionada.
Luego la volteó sobre su espalda y se inclinó sobre ella. Elia parpadeó abriendo los ojos por un momento y soltó un grito ahogado. Sus ojos... sus ojos estaban brillando otra vez, pero esta vez con una luz cálida. La enfocó con una intensidad que le robó el aliento, y mientras acariciaba su costado, observando su propia mano sobre su piel, su tacto era eléctrico, como si el poder dentro de él que traía esa luz de sus ojos también estuviera en su piel, sus yemas de los dedos, y sus labios.