Reth se recostó en su silla, ofreciéndole una sonrisa de tranquilidad cuando ella se volvió hacia él, incierta por la fría recepción a su anuncio.
Ella se lamió los labios nerviosamente mientras se volvía hacia ellos otra vez, pero él observó cómo sus ojos se volvían de pedernal, su espalda se enderezaba y su sonrisa se ampliaba.
Ella no tenía idea de lo que había hecho. Pero ellos no sabían con quién estaban tratando. Elia, su pequeña heroína, iba a demostrárselo.
Y él la ayudaría a hacerlo.
Behryn carraspeó y atrajo la atención de todos de nuevo. La tensión en la habitación había subido varios niveles y Reth tragó saliva mientras Behryn realizaba el llamado final a su Reina.
—Dinos, Reina Elia, ¿qué pasión reside en ti? ¿Para qué fin servirán tus Cohortes? ¿A qué destino lanzarás tu favor? —preguntó Behryn.