—Cuando Gahrye salió de la casa temporal que le habían dado, tuvo que forzarse a caminar con naturalidad. Su sangre zumbraba. Todo en su interior quería correr, acelerar, gritar y reír y deshacerse de esta energía nerviosa que no paraba de burbujear en su superficie porque iba hacia su pareja.
—Realmente estaba regresando. Sin más espera.
—Apresando la correa que cruzaba su pecho, se recordó a sí mismo parecer casual. No podía llevar una bolsa grande porque sería notado. Pero si solo iba a estar ausente un día o dos de todos modos, había poco que necesitaba. Había agarrado algunos de los objetos que había hecho antes de su primer viaje al mundo humano, los que había reservado para algo especial —y luego deseó tenerlos allí para dárselos a Kalle. Eran cosas pequeñas, sabía, pero rezaba porque ella viera el amor en ellos.