RETH
Permanecieron en la cama otra hora, dormitando y hablando. En un momento, Elia frunció el ceño.
—¿Qué pasará cuando ya no sea una bebé? —preguntó—. ¿Dónde dormirá?
—Bueno... aquí —dijo Reth, parpadeando—. ¿Por qué?
—¿Aquí? ¿En nuestra cama?
Él resopló.
—¿Dónde si no? ¿Dónde crees que dormí yo?
—¿Dormiste en la habitación de tus padres? ¿Cuando eras un... niño? ¿Un adolescente?
—Bueno, admito que hubo momentos en que encontré mi propio espacio cuando era mayor, pero de niño, sí. ¿Los humanos no duermen así?
—¡NO! —Elia se retractó, alejándose de él—. Reth, ¡no voy a tener sexo contigo en una habitación donde esté durmiendo nuestra hija!
Él retrocedió con la cabeza, su primera reacción fue enfrentarla, después de todo, Anima había dormido en grupos familiares durante milenios. Pero ella parecía tan horrorizada... y mientras lo pensaba, cuando eran niños ella tenía su propio cuarto. Todos los humanos que había conocido lo tenían.