—Elia despertó en la cueva iluminada por las luces de las lámparas, pero sin ruido. No había Aymora trayendo medicinas, ni Reth teniendo reuniones susurradas con nadie. Todo estaba… tranquilo. Pacífico. Encantador. Suspiró feliz.
—Aunque los primeros días de Elia, de regreso en Anima, habían sido un borrón ahora, los últimos habían sido... casi pacíficos. Aún se encontraba acechada por el miedo, pero todo el descanso le estaba haciendo bien. Había ganado un poco de peso y dormía mejor. Y al evaluarse estaba segura... se sentía mejor hoy de lo que se había sentido en semanas—y más fuerte también. Ayudaba que no había tenido contracciones, ni necesitado tomar tónicos durante varios días. Ni siquiera tenía calambres en el costado de su enorme vientre cuando respiraba profundamente. Elia se sentía casi normal—y definitivamente descansada, una sensación que no había disfrutado desde antes de dejar Anima.