Gahrye oraba para que no huyera mientras los ojos de Suhle se abrían de par en par y sus cejas se alzaban. —No soy… no creo
—Definitivamente lo eres, de eso no tengo ninguna duda —Gahrye se apresuró a tranquilizarla—. Pero no todos los que pueden hacer este trabajo deberían hacerlo. Cuando ella pareció confundida, él suspiró y pasó una mano por su cabello. —Si dependiera de mí revelaría todo, explicaría el panorama completo, pero el Creador me ha dado mucha cautela. Por ahora… por ahora digo… ¿nos ayudarás a identificar a aquellos entre los Anima que llevan este olor?
—Era tan débil —dijo ella apresuradamente—. Solo lo identifiqué porque estaba tan cerca y tuve contacto con tantos… Empecé a encontrar la similitud entre ellos.
—¡Exactamente lo que necesitamos, Suhle! Solo he olido eso en una persona de la que soy consciente. Podrías enseñarme
—No, Gahrye, no puedo
—Por favor, Suhle, tienes que entender, no lo pediría, excepto