—Despertó con la luz de la mañana colándose a través de la alta ventana y se quedó muy quieto. Su cuerpo zumbraba de dolor que sabía sería peor en el momento en que se moviera. Pero podía oler a Suhle. ¿Seguía ella aquí?
—Preparándose, empujó con su brazo para volverse y gimió por el dolor agudo que le atravesó el estómago y el hombro.
—Su cabeza giró y tragó el náuseas al haberse volteado.
—No estaba Suhle. Pero la manta detrás de él todavía olía a ella. Debía haberse ido recientemente.
—¿Los guardias la dejaron quedarse? —Su corazón se hundió. ¿Volvería ella? ¿Por qué se había ido? ¿Estaba bien?
—Centrándose en lo que podía controlar, cerró los ojos y tomó varias respiraciones profundas y lentas, quejándose cuando sus costillas gritaron al expandir su pecho con las respiraciones.
—El día anterior había sido… inesperado. Había una parte de él que se deleitó en su toque y se relajó por primera vez al estar en sus brazos. Pero otra pieza de él permanecía tensa e inquieta.