LERRIN
Había sido cuidadoso en mantener su mente a resguardo. No le había enviado el recuerdo. Pero algo debió haber cruzado su rostro, porque las cejas de ella se fruncieron.
—No condenes a Reth por ser el mismo tipo de hombre que tú eres, Lerrin. Me ayuda cuando se lo pido porque le importo… no es… no hay… motivo.
Hizo una mueca y ella malinterpretó su intención.
—No me condenes tampoco a mí, Lerrin —susurró ella, con un dejo en su tono—. No cuando le pido menos de lo que te pedí a ti… y tú me lo diste, a pesar de no conocerme en absoluto.
Le daba vueltas la cabeza. Ella siempre hacía esto—siempre le daba la vuelta, le hacía ver un pedazo del paisaje que no había notado antes. Tragó, trató de encontrar cómo decirle esto, pero ella obviamente pensaba que él discutiría con ella.
—¡Lerrin, por favor! Debes ver
Suhle, envió él. Pero ella no se detuvo.
—todos ustedes son fuertes, todos tienen honor.
Suhle.