—Las siguientes horas fueron las más aterradoras y de impotencia que Reth jamás había experimentado, incluso más que lanzar a Elia a aquel maldito Portal ella sola. Verla retorcerse en la cama, con lágrimas en los ojos por el dolor, y Aymora y Jayah trabajando tan duro para aliviarla, para detener su cuerpo que intentaba expulsar a su cría antes de tiempo... le retorcía el estómago en nudos y le hacía querer luchar contra algo, o alguien.
Pero el enemigo no era una persona. Ni siquiera era una fuerza. Era el propio cuerpo de Elia.
Hubo un momento en que la voz de Aymora se volvió muy clara y tensa, y el corazón de Reth latía tan rápido que pensó que podría desmayarse. Pero cuando intentó preguntar, ella solo gruñó para que esperara y rezara, que nadie tenía control allí excepto el Creador mismo.